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La asamblea universitaria que preparan

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I – CADENAZOS

Aunque pasaron casi dos décadas desde que el rectorado golpeara estudiantes a cadenazos que se movilizaban por el rechazo a la elección de un jefe militar al mando de la universidad, la UBA jamás ha sancionado a responsables físicos ni materiales. Es verdad que las fuerzas armadas perdieron prestigio total para afrontar las elecciones profesorales, sin embargo, han encontrado en la progresía que asumió en su reemplazo un manejo meticuloso de la impunidad. Toda la crisis del argentinazo ha tenido su correlato en la academia por el simple hecho de que la rebelión popular del 2001 provocó un tembladeral contra la organización corrupta del poder en nuestro país.

Las camarillas universitarias han naufragado desde allí en adelante en un barco a la deriva donde todas sus decisiones políticas conviven en el ocultismo más extremo. El mínimo roce pone al desnudo un sinfín de cosas «impensadas» para la pulcritud académica, como cátedras jurídicas dirigidas por servicios de inteligencia (Richarte), sinfines de denuncias de abusos profesorales impunes o, como ha sucedido en la Facultad de Agronomía, la candidatura de una lista de graduados cuya cabeza dicta seminarios sobre el «buen manejo del fuego en incendios rurales» (!!). A medida que la UBA crece en los rankings del Banco Mundial, sus paredes se llenan de hongos porque el presupuesto nacional para educación superior cae en picada ya que se parte de la premisa liberal de acuerdo a la cual cada entidad universitaria debe sostener sus propios gastos a partir de «inversiones adecuadas». Los decanos, ex profesionales dedicados al progreso científico, son ahora CEOS empresariales de venta de cursos de idiomas, de posgrados o de la mínima cuestión mediante la cual se pueda explotar docentes para pagarles de forma informal por fuera de su reglamentación laboral. Al frente de la Universidad, catorce años consecutivos de rectores kirchneristas ha decantado en el paraíso académico de la empresa argentina donde rigen los salarios en negro y el trabajo gratuito. Por limpiar los baños del CBC durante nueve horas diarias – me lo dice ella misma – una empleada embarazada cobra menos de cincuenta mil pesos por mes.

II – LA INGENIERÍA CAPITALISTA

La novedad del año 2022 viene por parte de la denominada «revolución tecnológica», digitada sobre todo desde las facultades de derecho e ingeniería. Esta campaña debe mirarse desde ópticas distintas. Por un lado, todo el sistema de venta de posgrados en la Universidad ha quedado en manos de la administración virtual, para lo cual las grandes empresas como Microsoft han hecho lo posible por captarlo. La UBA apenas si ha creado una cuenta centralizada de mails, pero que ni si quiera es propia sino digitada por la empresa de Bill Gates (@uba.com.ar). A diferencia del grado, en el posgrado se ha defendido de forma férrea la virtualidad por la simple razón de que posibilita la inscripción arancelada de graduados de todo el mundo sin que la universidad tenga que gastar si quiera en luz o limpieza. Su cotización siempre se presenta en dólares. El negocio ha crecido de forma exponencial en pandemia.

El posgrado masivo hace las veces de equiparador para abajo de la educación superior porque considera graduado de la misma manera el título de la universidad pública que de la universidad privada nacional o internacional, digamos, igualando todo el sistema a la evaluación general de planes de estudio digitados por la CONEAU y la ANFHE. Es en los posgrados, digamos, donde se juega «la posta» del título porque de él depende la orientación académica del profesional. Un ingenierio en petroleo, por ejemplo, tras ocho años de estudio incansables deberá obligatoriamente decidir si dedicarse al estudio del plástico, de la industria, del diesel, etc. para lo cual la Facultad de Ingenieria le brinda un servicio de maestrías. Por su parte, no existe al día de hoy ninguna reglamentación laboral para el trabajo de posgrado. La masificación ha sido tan grande que si antes era en estos cursos donde se resguardaba el privilegio profesional de la intelectualidad, en cambio, la docencia de posgrado se ha proletarizado a más no poder, aceptando reglas laborales peores que las de la educación estrictamente privada.

Pero la «revolución tecnológica» va más allá del dictado de clases. Un análisis un poco más profundo nos debe ubicar en la naturaleza social de la universidad. Bajo la gestión capitalista, la academia responde a leyes capitalistas, el aumento de la tasa de ganancia, la reducción del costo laboral o la ingeniería necesaria para nuevas inversiones. En la universidad argentina el esquema de producción intelecual repite sin fisuras el del ordenamiento social de la industria sometida toda ella al regimen de la empresa extranjera o el monopolio nacional de los Techint y compañía. Mientras se anuncia que para el año 2024 América Latina requerirá de al menos dos millones de programadores más para la gestión de la inteligencia artificial y el comercio online, uno de los debates más interesantes de la elección se ha dado en la facultad de ingeniería, donde la lista ganadora en todos los claustros ha militado abiertamente por el reemplazo de la materia Química en el CBC por una Introducción al Lenguaje Informático, como se ve, una definición de principios porque no pretende apoyarse en el lenguaje computacional como una palanca para los descubrimientos científicos del medio natural sino, en cambio, el reemplazo de la investigación por el desarrollo de algoritmos. Es investigar para abaratar el costo de mano obra, sin vueltas. Es un vaciamiento, digamos, de la computación y de la química de un solo golpe. También en el CBC ha debutado en el 2022 la primera cátedra de Análisis Matemático exclusivamente dictada por ingenieros, creada mediante un acuerdo entre el rectorado y la FIUBA donde se enseña no el clásico análisis de las funciones – lineales, cuadráticas, trigonométricas – sino su traducción al lenguaje algorítmico. La universidad se presta de lleno a la transformación de las relaciones laborales que sacuden al mundo, abaratamiento de costos técnicos y repulsión a la profundidad científica y ecológica del planeta. Es la reforma del FMI a escala UBA.

Ingenieria XXI, la lista única del claustro de profesores, es un rejunte que ha tardado varios años en consolidarse pero que finalmente ha tomado los hilos totales de la ingenieria nacional, quizá, una de las más prestigiosas del continente. En su debut como revolucionarios de la tecnología, la facultad de ingenieria, vanguardia histórica de los movimientos de lucha en nuestro país, ahora cuenta con molinetes obligatorios en su ingreso que detectan hasta el presentismo o ausentismo de todos los claustros. La gestión, sin embargo, no es macrista ni radical sino nacional y popular, véase, sino, el apoyo que ha recibido por parte del gobierno para diseñar junto a empresas holandesas el dragado de la Hidrovía del Paraná, proyecto tras el cual, vale decir, se esconde el arbitraje de la prefectura nacional. Para avanzar en él se ha pasado por encima de empresas chinas. No defendemos a ninguna, denunciamos la utilización de la universidad para la rosca por las ganancias. Las camarillas del poder capitalista en la Argentina son las dueñas de los convenios universitarios o, cuando no, meten mano hasta ahogarlos o robarlos. Para la clase obrera, golpear en la universidad es también golpear más arriba, por ello resulta fundamental para las organizaciones revolucionarias contar con un programa de organización de la que debería funcionar como la palanca científica de una nación y no su freno parasitario. La tradición universitaria resguarda el protoplasma de la cultura obrera porque ha funcionado como escena central de la lucha de clases.

III – PUÁN

Los negocios no son sólo cuestión de las ingenierías o las ciencias económicas. Las Humanidades, las letras, la filosofía, las ciencias que requieren de la mayor imperturbabilidad del espíritu para desarrollarse, inspirar e inspirarse son también arrasadas por el mismo proceso, vaciamiento presupuestario por un lado y negocios millonarios a partir de los intereses culturales de las masas, por el otro. Son los negocios los que explican la orientación anticuada de las ciencias sociales porque las innovaciones sólo pueden corresponderse con el alza en las acciones. El feminismo, por ejemplo, de movimiento de lucha se ha transformado en la UBA en un sin fin de cursos arancelados, explotandose así la historia de la tradición revolucionaria de la mujer argentina en beneficio de la ganancia capitalista, lo cual degrada el principio desinteresado general de los potentes inicios de la ciencia – incluso burguesa. Lloran Descartes, Aristóteles, Popper y Rosseau.

La revolución académica que se inició en la Córdoba del ’18 pretendía una universidad abierta a la población – a la clase obrera en concreto, de acuerdo a los panfletos reformistas. De esta manera los cursos de extensión en barrios se transformaron en la punta de lanza del contacto entre la academia y el proletariado que decantó en su progreso intelectual que rompió con las viejas ideas canónicas que ataban a la juventud al ámparo de Dios. El progreso molecular de la juventud obrera fermentó decantando años después en su propia independencia y emancipación cultural. El fuego de la reforma mantuvo la llama viva hasta el cordobazo porque durante décadas circularon por la provincia folletos de propaganda revolucionaria meticulosamente escritos; el análisis de la Ciudad Divina de los padres de la iglesia fue reemplazado por la ciencia del materialismo dialéctico, proceso todo él boicoteado desde la academia por la iglesia y los gobiernos militares que persiguieron hasta el cansancio y la tortura a la juventud cordobesa. A fuerza obrera las ciencias sociales se llenaron de un nuevo espíritu, razón por la cual en las facultades humanísticas se vive al día de hoy una de las batallas más profundas por la dirección de la sociedad. La revolución teórica que los Heiddegger de la burguesía introdujeron en la academia alemana, o los Wittgenstein en la prusiana, en la Argentina la encabezó el proletariado. La ocupación tardía del peronismo, en la universidad, jamás pasó porque el propio Perón utilizó la persecusión al gorilaje como excusa para desarmar a los estudiantes revolucionarios.

Vamos a la gresca. Las autoridades de la Facultad de Filosofía y Letras viven en un embrollo permanente del que no lo salvarán las piñas de la izquierda. Sabe al dedillo que es mejor vivir en la ratonera, en silencio hermético, sin asomar la cabeza en lo mínimo. La campaña nacional por las sanciones a los jóvenenes en gresca no ha partido del decanato sino, todo lo contrario, resulta en una campaña contra un decanato asediado por el avance del rectorado entre sus camarillas. La noticia de las elecciones de profesores, graduados y estudiantes (tercer puesto) ha sido la restauración de las listas radicales que se apoyan contra la gestión K en los ataques permanentes a las cátedras y los innumerables concursos truchos que promueven cargos a dedo. Se trata de una camarilla de carrera, la de edición, la que más ha crecido en los últimos diez años de forma consecutiva porque ha orientado todo su plan de estudios – objetivamente – a las necesidades del monopolio editorial transformando su título en una firma necesaria para el desempeño en la edición textual de uno de los países más ricos en producción poética del mundo. En defensa de los más berretas negociados propios, hace años que las autoridades de Filosofía y Letras se apoyan en el movimiento estudiantil cuando lo requieren como instrumento de negociación. En plena elección, el decano ha tenido que salir a reafirmar que el nuevo edificio será utilizado para dictar cursos de grado, lo cual contrasta totalmente con los pactos firmados con los organismos  internacionales que lo financiaron, como el Banco Interamericano de Desarrollo, que pretende en Bonifacio un laboratorio propio del marketing de las letras modernas para su explotación. No es casualidad que la Carrera de Letras haya sido nombrada por el Banco Mundial como una de las mejores cincuenta carreras del mundo, los negocios a partir de las lenguas son infinitos, sobre todo en el español, el segundo idioma más hablado del planeta. La ingeniería lingüística del Estado capitalista choca de lleno con una argentina que hace décadas defiende su formación cultural.

Cuando pase el viento, sólo quedan las hojas caídas. Cuando pase el tumulto de los medios de comunicación, otra vez, la primera plana la vivirá el joven estudiante que debe ordenar su vida para trabajar nueve horas por día y estudiar a Immanuel Kant en el tren para rendir exámenes en una facultad que se niega a financiar hasta las fotocopias o la habilitación de softwares de lectura libre. Nos apoyamos los revolucionarios en ese sacrificio cultural de nuestra clase por formarse y apropiarse de la lectura del libro del mundo. Para transformarlo, decía Trotsky, primero hay que estudiarlo.

IV – LA GUERRA Y LA PESTE

La UBA no movió un dedo por la erradicación del Coronavirus. La UBA no movió ni un consejero superior para – al menos – declararse a favor de la paz mundial, por un lado, porque Barbieri se ha posicionado explícitamente del lado de la Unión Europea (y por ende de la OTAN; Macrón fue declarado en diciembre persona honoraria en la UBA) pero, por otro, porque allí donde existen intereses pro rusos no lo son en defensa de su pueblo sino del autoritarismo militar de Putín. La UBA ha dejado pasar los dos eventos históricos más preponderantes de la historia recienta sin abrir la boca, sin mover una jeringa, lo cual ha significado una declaración en sí misma. En el caso de la Medicina, la pandemia ha sido utilizada para avanzar contra su educación superior pública, es decir que la Universidad – cuyos convenios con Bayer, por caso, son más que conocidos – ha sido una llave de paso de los grandes laboratorios en la transformación general del sistema sanitario que se pretende al punto de que la Universidad de la Plata se denuncia explícitamente un giro teórico de los planes de estudio hacia la telemedicina. Lo mismo que el hospital de clínicas, la Facultad de Medicina de la UBA es bombardeada con un desfinanciamiento atroz que se paga con consecuencias carísimas como lo son el desgaste de maquinaria e insumos imposibles de reponer a precio dólar. Han llovido en pandemia las denuncias contra el arbitraje en los exámenes, lo cual ha puesto en escena maniobras explícitas por la expulsión de la medicina pública al estudiante, lo cual en una sociedad que cada día manifiesta una mayor necesidad de profesionales de la salud solo puede haber recabado en la proliferación de la educación privada.

En las elecciones, la derecha se apoyó en su misma ofensiva para capturar votos por izquierda, ofreciendo como consecuencia de una supuesta lucha revolucionaria el regreso a la presencialidad. La izquierda, que defendía la misma posición pero desde la vergüenza, se vio completamente ignorada y superada. Se anuló a sí misma, digamos, y regaló el campo de acción total a las camarillas. Donde tenía que actuar, se escondió, como en el caso de Agronomía donde regaló el centro de estudiantes a las listas del opus dei por negarse al frente único de lucha.

La incapacidad para hacer frente a estos desafíos fue la consecuencia de expulsiones sucesivas y de una purga violenta que se ha llevado a cabo contra la revolución universitaria que, a veces más dormida, a veces más despierta, siempre se vuelve a agitar.

V – BARBIERI

Barbieri es la X por la cual cruzan todas las rectas, conviven las paralelas y chocan las perpendiculares del un regimen hermético. Es la consecuencia de la salida por arriba que había significado la caída de Alterini, arbitra entre intereses infinitos. A la vez que es mimado por los grupos inmobiliarios que ahora dirige la UCR es quien ha capitaneado la llegada tardía del PJ a los decanatos e incluso a los centros de estudiantes. Candidato de Scioli, siempre abrazado a Macri y aliado incondicional de la administración de la pandemia de Fernandez, Larreta y Kicillof.

Sin embargo, las rectas que se cruzan por más que definan su continuidad, si lo hacen, lo hacen generando tumulto, crisis y enfrentamientos. En Agronomía, por ejemplo, las listas de la Sociedad Rural acaban de ser derrotadas en todos los claustros (excepto en estudiantes) por las listas del CONICET. La lista ganadora nace de la carrera de ecología y puja por la supuesta revolución verde en el medio ambiente, también una forma de negociar mediante la naturaleza, pero, en fin, de otra forma distinta. Es el debate, por ejemplo, que atraviesa al mismísimo parlamento estadounidense. Los choques de camarillas ya han empezado en la Facultad de Derecho cuando todavía faltan algunos meses para la elección del decanato, mientras se acusa a uno de los candidatos por causas de corrupción junto al Chino Zanini. Hasta en Sociales y en Filosofía y Letras la guerra intestina de camarillas en fenomenal porque implica el reparto de una caja en negro más que abultada. Esto significa que se darán episodios de crisis antes de la elección, puede haber unificación detrás de un mismo rector pero infinitas variantes de su método de gestión; ha crecido luego de las elecciones la confianza, por ejemplo, en el arancelamiento de algunas carreras como odontología. Otra vez se trata de saber intrometerse, de sostener una política independiente de todos los corruptos pero también de explotar sus contradicciones. El primer paso es denunciar una asamblea universitaria que se hará ya no sólo a espaldas del estudiantado, sino, sobre todo, a espaldas de una argentina sumida en la pobreza. Se trata de agitar a la clase obrera en defensa de su educación superior, de educarla en su conquista y en su defensa, de mostrar a la universidad como un costado parcial del poder todo, de un eslabón en la cadena de producción y, por ende, de la organización de su vida cotidiana y familiar. Todo el resto de la política es academicismo abstracto y debe ser combatido a más no poder. El academicismo puede en algún momento volver progresivo pero vuelve a caer una y otra vez en la defensa de la inteligentzia pequeña burguesa, y ya no de una burguesía ilustrada por Alberdi y Sarmiento, sino en su máxima expresión de decadencia.

Una campaña por la dirección de la universidad es parte de la lucha por el poder de la clase obrera, la cual sólo podrá romper con las cadenas de la ciencia capitalista forjando su propia dirección académica, electa soviéticamente y de acuerdo a las necesidades individuales de las familias proletarias, en relación a sus miserias y sus progresos, de su salud física y mental, de sus intereses artísticos y de sus ansias de superación.

Maxi Laplagne