Puts | El regalo de Batakis a los holdings financieros

«Que se vayan de Leliqs al tesoro». Desde hace dos semanas el gobierno encara una política que ni el propio Carlos Menem encaró. De alguna manera, la especulación con los fondos propios realiza el sueño libertario de despejar el arbitraje del Banco Central en el desarrollo de la economía, con la única variante de que es el propio gabinete peronista el que administra la maniobra y se propone como el garante de un beneficio inédito para los fondos de especulación y los bancos.

Desde mañana, los fondos que compren bonos tendrán un plus de ganancia. En caso de que el porcentaje ofrecido no satisfaga al comprador, el banco o fondo fiduciario podrá vender ese plus, incluso… al Banco Central.

La oferta de un fondo de garantía con una tasa que le ofrezca ganancias por arriba de la inflación podría ser una política típica de economía en expansión y, sin embargo, se realiza en un período general de recesión. Es una declaración de guerra contra el trabajo, la salud y la educación, ya no de contención, sino de avance por parte de los bancos en unidad con el Estado. Es una «etapa superior del neoliberalismo» parafraseando lenguaje histórico.

La caída de los bonos en dólares de empresas porteñas (Macro -2,39%, Galicia -2,66%, YPF -3,99%, Banco Santander Río -3,44%) como expresión de los movimientos bélicos ha gestado un movimiento brusco de empresas que viran desde el destino de sus fondos a la reinversión hacia la compra masiva de bonos, incluso en monedas que se devalúan hace años como la lira turca o el peso argentino.

Es una política renovada de subsidios. Los estados se hacen cargo de empresas ya no sólo en quiebra sino dispuestas a destruir su propia producción avanzando en despidos, suspensiones, retiros voluntarios y cierres definitivos.

La amortización de la maquinaria productiva y la especulación son la combinación que gesta una inflación anual de tres dígitos.