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Balance de las PASO 2023

Balance de las PASO 2023

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La derrota del gobierno a manos de un grupo de arribistas es la culminación de un proceso de extenso desarrollo. Es el desenlace necesario de la gestión capitalista de la política económica llevada a cabo por militares, radicales, menemistas, kirchneristas y macristas. Este aspecto – el de <strong>ser el eslabón final de la decadencia histórica< – es la base fundamental del programa de La Libertad Avanza. En matemáticas esto se llama teoría de límites finitos, situación que fue traducida por el periodismo como “el ingreso al terreno de lo desconocido” (Clarín) “un salto al vacío” (La Nación), “un pleno de incertidumbre” (El Cronista) o (el mismo diario) “la guerra de todos contra todos»

Milei y Marra son representantes de los brokers financieros. Se trata de prestamistas privados a escala que la camarilla kirchnerista benefició durante más de una década en todos y cada uno de los cierres de bolsa. Son monstruos cultivados en el tiempo que mediante la reorientación de las tasas de interés durante la pandemia asomaron definitivamente la cabeza y se transformaron en organismos oficiales paralelos a los Bancos. Mediante la emisión de LELITES y demás bonos de acceso exclusivo para Fondos Comunes de Inversión, Guzmán oficializó este sistema financiero blue que mediante sucesivas declaraciones parlamentarias penetró en la legalidad constitucional. El Memorandum< firmado con el FMI le pone nombre y apellido a quienes deben ser los beneficiarios de los bonos del Banco Central: Templeton, BlackRock y compañía. La votación unánime en el Congreso dio paso a un régimen bancario “público-privado”. El programa de Milei consta de profundizar esta orientación. Es otro intento inaugurar un gobierno como ya lo hicieron Néstor Kirchner con el plan Lavagna para el FMI, Macri para los fondos buitres y Guzmán para los fondos comunes. En mayo de este año los LELITES se pactaron hasta marzo; es decir que el gobierno les garantizó ganancias hasta su salida. La bola que generó esta deuda se suma al tsunami de vencimientos de LELIQS – mismos bonos pero para bancos “oficiales”. A esto la jerga lo denomina “la posibilidad de un desborde”: sería una crisis bancaria sin precedentes.

La génesis financiera del partido de Milei desmiente la versión que la filósofa Diana Sperling ofreció en Clarín, según la cual el candidato sería “una <em>creatio ex nihilo</em>” (una creación desde la nada) que profesa “una economía teológica”. Milei ha nacido del riñón del poder tal como lo han demostrado, ahora en carne y hueso, los carpetazos surgidos después de las PASO. Guillermo Scarcela, el personaje elegido para estar a cargo de los asuntos jurídicos es nada menos que ex funcionario de Scioli denunciado por fraude y corrupción. El segundo en la línea judicial sería Santiago Viola, abogado defensor de la familia Baez. Algunas malas lenguas del periodismo han llegado a decir que esta línea de continuidad estaría haciendo que la jefa Cristina de Kirchner observe con mejores ojos un gobierno de Milei que uno de Bullrich ya que las negociaciones con gobernadores e intendentes para garantizar la gobernabilidad le ofrecerían una impunidad asegurada en las causas judiciales. Sumado a la convocatoria a Macri a su gobierno, finalmente, Milei llegaría al poder para cajonear los juicios contra “la casta”.

La candidata a vice, Villaruel, expresa el otro aspecto de la cuestión porque ha sido colocada allí por camarillas militares, otras que se acoplan detrás de quien les garantice impunidad. “Argentina ha sufrido el mal gobierno, en particular – remarcó Milei en su discurso de domingo – en los últimos 40 años”. El discurso golpista se debe enmarcar en su contexto. El avance bélico en Ucrania, Rusia y Europa en general ofrecen iniciativa política para este campo, tal como lo demuestra la anulación de las elecciones por parte de Zelensky y de Putín en sus respectivos países. Con su reciente decisión de invadir Niger, el gobierno de Biden se ha convertido él mismo en golpista, incluso cuando una ola expansiva puede decantar en un golpe contra su propio gobierno. La política internacional de guerra anula los derechos democráticos en transición a una constitucionalidad que haga fé al nuevo orden internacional que surja de los resultados de la guerra. Pero esta guerra, la actual, ni si quiera se desarrolla pensando en su fin. Según varios especialistas, solamente desminar las zonas de guerra en Ucrania llevaría por lo menos dos años. Este clima turbulento es que el incita la unidad definitiva entre el capital financiero y las fuerzas armadas. Una característica de la segunda guerra mundial fue, además, el surgimiento de milicias paralelas, “blue”, fenómeno que se repite con el grupo Wagner y los grupos fascistas de Kiev.

Como se ve, todo este entramado forma un sistema dúplex, legal y no legal, oficial y paralelo que se repite en todos los estamentos de la sociedad pero que se resuelve finalmente en la unidad de compra de bonos y acciones por parte de los grandes monopolios – monopolios al fin de los sistemas oficiales y paralelos. Los dueños mayoritarios de las acciones y bonos de deuda argentos siguen siendo los industriales a gran escala, las franquicias extranjeras de grandes marcas, las mineras, las petroleras, el campo y sus derivados; la burguesía nacional en general. El sistema de fondos comunes es una unificación histórica de la circulación bajo resguardo monopólico; implica un salto de época. Este régimen de continuado acabó de pactarse cuando el mercado de deuda pasó a depender del tesoro nacional. Si en la crisis de 1890 el capital inglés pretendía asaltar los lingotes de oro de los bancos porteños porque representaban plusvalía nacional extraída en el pasado, mediante la adquisición de garantías de deuda a futuro, los bancos y los fondos comunes estructuran la onda dinámica que adquirirá el sistema de reproducción mercantil hacia adelante, o sea, las condiciones de la mano obra, o sea, la vida cotidiana de la clase obrera. El mismo implica una subsunción final de la libertad proletaria conquistada en el capitalismo a los intereses de los monopolios, a su estética y su moral. La burguesía resuelve el problema metafísico de la libertad en la explotación descarnada que le permite romper barreras impensadas del lujo, construirse un mundo sin oposición a su libertad de acumulación.

El odio ciega las vistas del avaro. La ética del capitalismo aísla al sujeto de la vida colectiva. Clarín caracterizó que el fenómeno psicológico presente el domingo de votación fue la “apatía”. La falta de empatía en la sociedad es la modalidad de vida de la explotación capitalista por excelencia, no solo de los días de comicios. La crisis social aleja las almas cada vez con más fuerza de la purga espiritual. Ya no hay lugar si quiera para la redención. La mano de obra alienada no actúa de la misma manera en diferentes condiciones sociales, no es lo mismo el desarrollo capitalista de la Argentina de inicios del Siglo XX que la aceleración y degradación de la explotación en la Argentina actual que camina por la cornisa del analfabetismo. Más que causas psicológicos la votación responde a fenómenos históricos.

Sin que <em>La Nación </em>lo acabe por hacer su posición oficial, Pagni no caracterizó una falta de simpatía en los votantes sino que directamente habló de “una rebelión contra el Estado”. Si esto es así, como en todas las rebeliones, su cauce debe aún madurar. No sería la primera vez que se vote en la confusión y, en todo caso, dependerá de la experiencia de las masas en corroborar que Milei reproducirá la dinámica capitalista del Estado que no depende de la cantidad de funcionarios sino de las garantías de explotación del proletariado. En 1999 la Alianza creía en un resurgir radical con un final por todos conocidos.

Ahora bien, el balance más claro de la elección vino por parte de El Cronista que plantó en su EDITORIAL los versículos de Hobbes sobre la guerra civil: “during the time men live without a common power to keep them all in awe, they are in that condition which is called Warre”. (Mientras dure el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los mantenga en armonía, se encuentran en aquella condición llamada guerra). Esta variante se acerca más a la realidad en el sentido de que las PASO han expresado la disolución del aparato político del Estado. La base económica de este “estadio de naturaleza” es, por supuesto, la situación objetiva de <em>default</em> que atraviesa todo el sistema financiero. La burguesía se asegura hace meses su riqueza mediante bonos indexados en dólares que ya han establecido un régimen de aceleración inflacionario superior a la del año 1989 pero carece de garantías que justifiquen semejante indexación. La agitación contra “los dólares guardados en el colchón” que pretenden poner en circulación no tiene más orientación que una salida definitiva de la riqueza nacional, un éxodo sin precedentes que retrotraiga el nivel de vida general del país de forma escalonada en todos los estratos sociales. Un advenimiento en la miseria garantizaría un mercado de extracción minera con mano de obra quasi regalada: Argentum. Salarios en decadencia en el marco de la hiperinflación decantarán necesariamente en expresiones – si se quiere – violentas, como los saqueos, que ya se han utilizado y se seguirán utilizando de pantalla para agitar la anulación de los derechos constitucionales mediante el estado de sitio. Algunos medios ya han pulseado para que este estadio de «descivilización» apunte a una polarización política que decantaría en un arduo <em>ballotage</em> entre Massa y Milei que rompa en dos la vida social y familiar. La clase obrera debe luchar contra esta división seguidista de bandos capitalistas. En Brasil, la consigna “Bolsonaro no” emergió como consecuencia de la agitación y movilizaciones masivas en las que participaron y revivieron sindicatos históricos. Pero un gobierno que ha llevado al país a números extremos de pobreza no podrá encontrar apoyo entre las clases populares. No lo encontró en 2015 con 12% de inflación y no lo hará en 2023 con números extrafalarios. La polarización apuntaría a la derrota y a la rosca de la transición. La trampa de esta cuestión es que la repartición del poder se sellará por arriba. Esta es la base de la guerra civil en un país oprimido, la de los bandos capitalistas contra la clase obrera. En los setenta, el peronismo no desarrolló la guerra civil contra la reacción militar que soplaba desde Chile – al contrario – desarrolló la triple A.

Pasadas las elecciones, la orientación financiera del gobierno quedó descubierta en la bolsa que tuvo en la Provincia de Buenos Aires su propia “suba de tasas”. Los <em>Brokers</em> recomendaron férreamente luego de las PASO que la apuesta más atractiva venía desde el gobierno de Kicilof que ofreció bonos indexados por inflación en dólares, o sea que utilizó la fórmula de la casa de la moneda yaqui en tierra conurbanense, una dolarización financiera de facto. Este movimiento implicó un giro en la bolsa, manifestado por el pánico inminente pero, sobre todo, porque la garantía de los bonos que regala Kicilof se sustenta en la industria de la provincia, el corazón del régimen capitalista argentino. Bien observada, la estrategia financiera del gobernador marxista es el de un choque definitivo contra el salario y los convenios colectivos de los cordones industriales de la provincia, este posicionamiento claro es el único que puede garantizar una cotización hasta el año 2037, cuando vencen los bonos. Esta política decantó en el año 2014 en un proceso de despidos en fábricas que despertó la organización de nuevos sectores de activistas que se agrupaban con cortes en la autopista Panamericana. Una guerra a la clase obrera industrial en un proceso de reflujo absoluto del régimen reviviría la experiencia de las coordinadoras del 75. La declaración oficial de que el bono de Massa sería a cambio de las paritarias ha sido un primer paso en esta orientación. Convocar al voto a un candidato previo al desarrollo de la crisis que se ha abierto sería clausurar la deliberación huelguística, sobre todo cuando todos los cañones de “la izquierda” apuntan a rascar votos en el debate presidencial.

Mirada todavía más en profundidad la jugada de Kicilof echa leña al fuego de la disgregación federal del país y abre una competencia férrea entre provincias, nación y municipios. También esta guerra se expresó en la bolsa con el ofrecimiento, el jueves 24 de agosto, de paquetes de bonos que contemplan deudas de diferentes provincias y entidades. “Es la única forma de cubrirse ante la incertidumbre” dicen los Brokers. En la época de internacionalización de la sociedad, Argentina asiste a un retrotraimiento ya no sólo nacional sino también provincial. Este fenómeno financiero es el que explica el abandono de gobernadores e intendentes de la campaña electoral nacional y la victoria de Milei en provincias donde su partido no existe o sacó menos de cinco puntos. Tienen la misma base las declaraciones de esta semana del presidente paraguayo contra el cobro de impuestos en la Hidrovía o la campaña por la salida del Mercosur que agita Milei. Detrás de la monopolización financiera de la plusvalía se esconde una guerra descarnada por su reparto y, en algunos casos, por la subsistencia. La declinación histórica del capital argentino se manifiesta sobre todas las cosas en la amortización incesante de sus recursos, ingeniería y maquinaria.

Milei es el límite absoluto y total al que puede llegar el régimen capitalista. Lo que viene después está “más allá”, es otra cosa, y se disputa entre la barbarie definitiva o la revolución socialista.

Maxi Laplagne y Cata Flexer