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La proscripción sindical

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Escribe Maxi Laplagne

Seguramente si usted tiene esta revista obrera en sus manos no sea propietario de ninguna acción empresarial. Pero sepa que en caso de poseerla, incluso en pandemia, su voto en la «sociedad por acciones» a la que pertenezca continúa vigente en caso de ser necesario, además tiene usted permiso para reunirse junto a todos sus socios y deliberar sobre el destino de sus inversiones. En cambio, si usted no es accionista de ninguna empresa pero trabaja en una fábrica, debido a la reciente resolución 133/2021 del Ministerio de Trabajo con fecha de febrero del corriente, deberá pedir permiso al ministro hasta para «la realización de asambleas, congresos o actos que fueran factibles de llevar a cabo». Lo aquí citado es apenas una de las clausulas de la prohibición general de elecciones sindicales durante el 2021, ya sea en la comisión interna de su fábrica, en el cuerpo de delegados de su escuela, en el SUTEBA, en el Sindicato de la Alimentación o en la CGT, entre muchos otros.

Usted que ha trabajado sin parar a riesgo de contraer coronavirus no podrá creer que la razón oficial para vetar a los sindicatos sea «la vigencia de la emergencia sanitaria que conlleva la posibilidad de un rebrote de COVID 19» pues conoce mejor que nadie la inexistencia de cuidados generales hacia los obreros que rige en los lugares de trabajo, la truchada que representan los protocolos consistentes en mojarse las manos en alcohol a la entrada o la aceleración de casos que ha implicado la reapertura general de las escuelas y, ni hablar, de bingos y casinos. Pero, sin embargo, es allí mismo donde encontrará las razones de la resolución pues el gobierno y los burócratas que lo apañan temen más a la reacción obrera frente a la pandemia que a la peste. En el caso docente, la lista celeste de Baradel ha traicionado incluso a sus propios seguidores que le reclamaban medidas frente a la vuelta a clases exigida por el FMI. La realización de elecciones podría acabar en la recuperación de decenas de seccionales y, por qué no, de todo el sindicato. Aplica lo mismo a los obreros que en diferentes fábricas del país se han agrupado para protegerse de la peste y podrían constituir listas opositores a los patrones o conformar nuevas comisiones internas combativas. Ni hablar del caso de los trabajadores de la salud que se rebelan en todo el país frente al vaciamiento hospitalario y la miseria salarial. En la propia CGT la elección nacional podría transformarse en una guerra de carpetazos judiciales.

La proscripción política es una tendencia mundial. En los Estados Unidos los republicanos pretenden avanzar en la eliminación del voto por correo mayormente utilizado por la comunidad negra. En Chile el proceso constitucional se ha vuelto a postergar por temor gubernamental a que las elecciones de abril se transformen en un pronunciamiento masivo por la constitución de un gobierno popular. En nuestro país, oficialistas y opositores buscan «consensos» en pos de un nuevo acuerdo entreguista con el FMI que puede incluir la postergación de las PASO y hasta de las elecciones generales, un ataque directo a la democracia argentina. El propio Daer de la CGT se ha pronunciado por «rediscutir las PASO». Todo el stablishment político argento tiene en claro que la masificación de la deliberación política puede poner en el centro de la agenda la brutal debacle capitalista internacional cuyas expresiones rioplatenses son «la pobreza récord», «los salarios que pierden contra la inflación» o «el recrudecimiento de la pandemia». De este lado del mostrador los obreros debemos pronunciarnos por la realización inmediata de elecciones sindicales en todos los sindicatos donde corresponda y hasta por la constitución de una gran lista proletaria para disputar las elecciones legislativas.

La proscripción sindical es una medida fascista y hasta señorial. Era la iglesia medieval la que prohibía la realización de «encuentros gremiales» por fuera de los monasterios a la incipiente burguesía. Fueron los propios Hitler y Mussolini quienes exportaron al mundo el modelo de sindicatos enrolados a las decisiones estatales. Y no es casualidad que los métodos políticos del oscurantismo vuelvan a la escena en momentos en que gobiernos del mundo entero pretenden hacer de cuenta que asistimos a una «nueva normalidad». Bolsonaro style.

Dialéctica materialista pura: para conquistar el cierre de todas las actividades no esenciales, la vuelta a la educación virtual y la aplicación de protocolos estrictos es imperativa la organización obrera contra los gobiernos capitalistas que nos mandan al muere. De las luchas en defensa de la vida, el trabajo y el salario emergerán los agrupamientos para hacer frente a los burócratas sindicales de turno. Abajo la resolución 133.