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La responsabilidad de Marcelo Ramal en la elección marginal

La responsabilidad de Marcelo Ramal en la elección marginal

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  1. Aclaro. Escribo como un camarada de Marcelo Ramal, no un compañero porque simplemente desconozco su existencia, pero sí como quien lo entiende en el mismo lugar de la trinchera.
  2. Marcelo Ramal es candidato en la Ciudad desde hace casi dos décadas. En el año 2007, en una elección porteña que se hacía aisladas de las demás, encabezó una lista que sacó el 0,9% por ciento de los votos.
  3. Ha sido legislador por la Ciudad de Buenos Aires tras un destacado ascenso electoral de la izquierda. Cuando tuvo mayores condiciones que todo el resto de la militancia revolucionaria del país de alzarse políticamente como cuadro dirigente del proletariado, no se recuerdan grandes luchas consecuentes hasta el final por parte de ese escaño. Un sector de enfermeros que luchaban por las seis horas hizo un paso fugaz por la legislatura pero huyó de forma inmediata al encontrarse con un partido sumergido en la desesperación de la rutina de aparato.
  4. Para su tarea Marcelo Ramal ganaba el salario básico del momento sólo por ser diputado, lo que en Argentina, se sabe, es un privilegio. En mi caso, por ejemplo, era presidente de un centro de estudiantes que combatía pero de jueves a domingos trabajaba de Barman en Crobar, un boliche de fiesta electrónica. Por esos días, Ramal hacía paseos por las facultades junto a Miriam Bregman y cuando llegaba maltrataba a los responsables de los frentes si no habían convocado a la suficiente cantidad de asistentes a sus charlas. Quizá los compañeros se habían desgastado militando pero lo que realmente nunca pegó fue afichar sus caras por toda la ciudad como se hace desde hace una década en cada elección de la Capital.
  5. En Junio de 2006 yo estuve presente como presidente de mi Centro de Estudiantes en el programa Intratables. Hacíamos una campaña con un volante que no sólo le pegaba a Macri porque sabíamos que aún era muy temprano para plantear su renuncia. En la parte de atrás, sin embargo, recordaba los eventos de Time Warp y pedía la expulsión de Larreta de su cargo, es decir, que dentro del Partido Obrero Altamira apenas si se hizo eco de las líneas que ya se desarrollaban. Es ese año que comienzan los debates internos, en mi caso personal puedo atestiguar lo inmenso de la crisis política porque andaba de media en medio denunciando que los militantes del PRO habían sido beneficiados con notas más altas por asistir a una charla suya. En la dirección de la UBA, los debates se expresaban de forma prematura, con poca madurez, simplemente un sector de quienes no pertenecíamos a la dirección de la UBA – en mi caso simplemente porque militaba en un círculo de la Zona Oeste en vez de en la Universidad centralmente – denunciábamos la falta de iniciativa de la FUBA. Recuerdo que pasé por todos los cursos de mi Facultad con un volante que denunciaba a la FUBA, aclarando que éramos compañeros de partido, pero que la veíamos a la rastra de todos los acontecimientos. Así había sido en la rebelión de mayo donde la FUBA no jugó directamente ningún papel. Las denuncias que hacíamos de esto en la dirección de Capital dirigida por Ramal simplemente pasaron de largo. Por suerte, para el día del juicio, tengo cada mail guardado. Para ese entonces, Ramal militaba como un aparato del partido, lejos de lo que pisábamos la tierra.
  6. El día que expulsó a Catalina Flexer de la tendencia del partido la acusó, también tenemos registro de ello, de «desleal», a lo Juan Domingo Perón quien, al menos, sacaba muchos votos. Para él la deslealtad constaba en que Catalina me comentaba que el Congreso del Partido se había convertido en una sarta de ataques a Altamira para la que se usaban mentiras sobre mi persona. Pero yo no necesitaba que nadie me lo cuente, una semana antes el aparato del partido me presionó a hablar de Altamira con un grabador en mano, ante lo cual dije la verdad de siempre: que no conocía a Altamira y que nunca había sido un militante chupamedias de los dirigentes por la que no tenía contacto con nadie de la dirección. Cata, en cambio, me había conocido como compañera de lucha y sabía de todo este proceso que estoy contando. Si tuve una culpa en algo de todo lo que pasó en el Congreso, simplemente fue que no tuve la capacidad intelectual para explicarlo en un texto y me deje llevar por los ataques en las redes sociales. Por lo demás, para esos días, encabezaba movilizaciones de masas en Berazategui – algo de lo que no puede hablar ningún dirigente más de izquierda en la Argentina – y había visto con claridad la tendencia a la lucha contra el macrismo y escribía sin contar aún con un blog ni con una página, sino en Facebook, que Vidal se tenía que ir. Denunciaba así explícitamente a la dirección del partido de un giro conservador y todas fueron conclusiones a las que fui llegando por mi cuenta. La deslealtad intelectual provino más tarde de Marcelo Ramal y, en parte, de Jorge Altamira, que se autocolocaron como los grandes creadores de una tendencia en vez de analizar en profundidad el carácter histórico de la crisis del Partido Obrero. En mi caso, en la comprensión cabal de construir un partido de la clase obrera, una y otra vez, generalmente por ignorancia, me he encontrado a Marcelo Ramal como la expresión de una traba que funciona para adiestrar la genialidad individual de la clase obrera en vez de para desarrollarla.
  7. Las razones de la mala elección de un candidato tantas veces repetidos, sin embargo, no se condicen con ningún aspecto personal. Es claro que la clase obrera vive un reflujo organizativo, lo que no es lo mismo que un reflujo histórico, pero han pasado ya casi tres años sin una huelga general de la CGT y la olla aún no ha estallado. Ese reflujo provisorio se expresa en el aislamiento del revolucionario cuando agita un volante en una plaza pero también cuando pisa los medios de comunicación. No son iguales las épocas en que el proletariado se acerca por su Presa Obrera que cuando el socialista tiene que ir por él.
  8. En ese marco, de lo que se trata es de luchar contra la corriente. Ser candidato es aceptar determinadas condiciones para hacer política, hace actings, estudiar discursos, intervenir de forma adecuada, en fin, todo el manual electoral de la burguesía que, tomado por la clase obrera, se transforma en un arma de doble núcleo. Considero que todas las intervenciones de Marcelo Ramal, sobre todo la del último día en TN han sido para el olvido. No sólo se ha hecho dificil lo facil de explicar, sino que se ha intentado ir más de allá de la consciencia de la masa pero no con agendas proletarias sino tomadas de los medios burgueses, se sabe, que en el Partido Obrero somos fanáticos de leer todos los diarios – un mal que tarde o temprano deberemos sanar. Cuando de saltar el cerco del stand by al out of line se trata, entonces, hay que romper la monotonía. En mi caso, por ejemplo, me la pasaría hablando de las condiciones de trabajo de los periodistas que nos entrevistan para que eso me de pie a denunciar el rol de los monopolios de los medio de comunicación. Pero eso sólo se ha hecho desde los periódicos propios cuando, en realidad, se trata de denunciarlos en la cara, acción directa. La falta de estudio en muchas intervenciones fue muy clara – repito, leer mucho los diarios no es estudiar – por ejemplo, utilizando los últimos segundos antes de una campaña para saludar a «los docentes», en mi caso, que soy docente, lo sentí como una falta de respeto total hacia el resto de la clase obrera, justamente desarrollando el prejuicio que la burguesía impulsa tratando de distinguir al educador del resto del proletariado. En relación a la inflación, hace unos días, lo único que pudo decir Ramal contra un libertario es que «los bancos ganan con ella». Una simpleza bárbara, todo el lugar común de un trosko que, en realidad, no es del todo cierto, porque hace absurda la ley del valor, en realidad, el banco monopoliza y no necesariamente acrecienta sus ganancias. Justamente, la inflación remarca el retraso productivo.
  9. Ramal dice que fue quien propuso – él mismo – una interna al resto de la izquierda, lo que de entrada marcó el carácter opuesto a la deliberación popular de la campaña. El centralismo democrático tiene el objetivo de que una dirección política se transforme el la recta que acompaña la asíntota del crecimiento del soviet, del desarrollo de la naturaleza política última del obrero, todo lo demás, casi que es para la tribuna, al menos, hasta el momento en que tengamos que hacernos cargo de los aviones, el litio y el petróleo. Lo que correspondía era explicar que la tendencia hacia la delimitación política con el resto de la izquierda ya estaba inmersa en la clase obrera y que la tendencia apenas se hacía cargo de ello, lo cual nos hubiese dado plano para discutir con todo el activismo que huye despavorido hace meses de la militancia del Frente de Izquierda, incluso con las feministas que fueron ganadas a partidos ultra verdes pero que cada día avanzan más hacia la cooptación por parte del republicanismo celeste argentino. No se utilizó la campaña por la interna para diseñar un programa del mapa político de las tareas obreras.
  10. Hoy por hoy Marcelo Ramal es responsable de lo tarde que está llegando la tendencia del Partido Obrero, otra vez, a la lucha contra los despidos docentes en Capital porque hace días insistimos en que es urgente intervenir con una político para ello pero los oídos siguen siendo sordos. Es necesario que se realice un Congreso del Partido Obrero de la Capital y se vote a favor o en contra de la incorporación de quienes queremos formar parte de la tendencia.
    Maxi Laplagne