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Las denuncias contra el Polo Obrero Tendencia

Las denuncias contra el Polo Obrero Tendencia

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Desde hace varios días circulan varios videos de compañeros desocupados movilizados bajo las columnas del Polo Obrero Tendencia. Abordados por los periodistas, sólo muestran su hostilidad a los dirigentes denunciando que participar de las movilizaciones en la única forma que tienen de tener un ingreso. Obviamente, nada nuevo. El regimen político entero se cuelga de los desocupados para maniatarlos de acuerdo a sus intereses políticos. Lo del Polo tendencia es doblemente grave porque la falta de deliberación entre los compañeros se ha transformado, otra vez, en la regla, siendo que la organización nació, exactamente, para luchar contra estas maniobras ¿Cómo vamos a poder denunciar a Belliboni y compañía de esta manera? ¿Cómo podemos ir a plantarnos contra los punteros de los barrios?

Ojo, no se trata de la política derechista que denuncia «planeros», siendo que es la burguesía la que hace años vive en la Argentina de los subsidios del Estado. De lo que se trata es de pujar por abrir otro horizonte entre los compañeros, jamás comprometer a nadie a movilizarse sin la plena convicción política, dedicar todas, absolutamente todas las fuerzas a desarrollar la conciencia socialista entre todas las capas de la población. En el acto de cierre de Jorge Altamira lo comprobé por mí mismo, consultando a varios compañeros que pensaban sobre los oradores ¡Y varios no sabían quien era Altamira! Si por mi fuese, me hubiese quedado todas las horas necesarias para explicarle compañero por compañero cuál es la línea política que desarrollamos, pero no, acabado el acto, las luces se apagaron y… taza taza.

Se dirá que hacer está crítica está de más, que es más importante golpear a la burguesía. Lo segundo, ok, sobre lo primero, este periódico contiene entre sus filas a militantes que nos hemos propuesto una y otra vez como miembros necesarios del Comité Central del Partido Obrero, de ambas fracciones, porque tenemos la absoluta conciencia de la necesidad de luchar por la politización de nuestra clase social, la única que puede sacar a la Argentina y el mundo de la miseria que la acecha. La falta de democracia  y honradez que comienza por la cabeza de quienes le vetan la palabra a compañeros de lucha se comienza lentamente a meter por los poros de la organización, en un país intoxicado por la burocracia sindical y punteril hasta los tuétanos, abandonar por un segundo la lucha por la conciencia política de la masa acaba en eventos en los cuales todos tenemos que terminar pagando las consecuencias. De un día para otro, quinientos compañeros del Polo Obrero Tendencia en Misiones publican que se van de la organización, denunciando infamias y ataques, lo cual jamás ha sido abordado por Política Obrera, al menos en las notas que se han hecho públicas. Sea cuales sean las razones, este oscurantismo informativo sólo nos perjudica.

Conozco de memoria el funcionamiento del movimiento piquetero porque fue, es y será mi cuna militante. Mi propia familia organizaba comedores populares en la esquina de mi barrio en pleno 2001, sin jamás haber escuchado hablar del Polo ni del Partido Obrero. Apenas terminé el secundario (siendo el primero de mi familia que lo logró) y me incorporé a las filas del Polo Obrero Berazategui, me puse a estudiar con rigurosidad todos los problemas teóricos necesarios y a modificar lo que era una regional trabada por luchas intestinas acerca del reparto de planes sociales por la naturaleza histórica de la desocupación en la Argentina, de la historia del movimiento piquetero, logramos forjar en Berazategui un grupo de jóvenes de plena camaradería. Son esos los métodos que tenemos que hacer sobresalir.

La solidaridad entre la masa hambrienta es un gen de la clase obrera, con el potencial que ello conlleva, hace falta una seria reflexión sobre los métodos que se están aplicando. Necesitamos, en cambio, un plan de trabajo estricto, hacen falta cuadros capaces de organizar a los compañeros sin compromisos monetarios, sin rentas, sin pujar por lugares de fama, pero la dirección de la tendencia ni tiene en la cabeza un análisis de quienes podrían llevar a cabo esta tarea. Es evidente que están superados por la misma situación, pero jamás lo confesarían, prefieren hacerle creer al pueblo al que agitan que todos los cabos están atados, que la línea de Altamira es suficiente. El periódico en papel ha desaparecido. Con lo dificil que se presentan los actuales desafíos políticos, lo contradictorio de las tendencias, a veces los argumentos formales no alcanzan y sólo la consciencia socialista puede decantar como un sedimento que decante con el tiempo. El periódico no es sólo un capricho, es el punto de partido, es preferible no gastar energías en hacer actos en los que no se recluta a nadie pero tener un periódico planificado, que no acumule simples notas escritas entre la semana, sino con una línea editorial clara, secciones de interés para la clase obrera, planificación del pasaje del mismo entre las capas más variadas de la población, pero todo ello ni se debate. La tendencia está formada por un grupo de charlatanes que sólo saltan como leche hervida cuando hay que denunciar al resto de la izquierda, pero jamás se le conocen iniciativas propias, vive presa de las ganas de Altamira y Ramal, nadie los acompaña, son un grupo de zombies que se arrastran atrás de los dirigentes.

Otra vez, es urgente rediscutir EL RÉGIMEN INTERNO, el concepto con el que tanto se rasgó las vestiduras la incipiente tendencia para denunciar las expulsiones en San Isidro, La Plata, etc. ¿Cuál es el régimen interno de la tendencia? Se podrá decir que es tan chica que ni hace falta discutirlo, sin embargo, es justamente el momento de homogeneización cuando es crucial endurecerse «sin perder la ternura jamás».

Abran la tendencia. Modifiquemos los métodos. La clase obrera no perdona errores de este tipo. En definitiva, el PO llegó al 2001 con casi 30 años de existencia pero no pudo ponerse a la cabeza de la rebelión popular. Las nuevas generaciones hemos llegado para cambiar esta historia.

Maxi Laplagne