El Bitcoin en la República Popular China

Apenas unas horas después del desplome del mercado inmobiliario de la mano de Evergrande, China volvió a ser noticia, ahora, por la suspensión de las criptomonedas. Mientras que el Partido Comunista tomó la posta de manera defensiva, aduciendo las irregularidades financieras y el significado crítico que había representado la inserción del Bitcoin, la prensa financiera mundial, inclusive la Argentina, aduce que la suspensión de la moneda virtual es la preparación para el lanzamiento de una cartera oriental propia. Como sea, el golpe a los criptoactivistas ha sido directo al riñón, otra derrota más, días después de Afganistan.

La guerra financiera virtual posee dos facetas opuestas, pero complementarias. Por un lado, reemplaza las transacciones en papel y, por ende, se supone cómo reduciendo los costos burocráticos del mercado mundial. Por el otro, la manipulación del bitcoin se ha transformado en un intento de monopolizar, por parte de los grandes mercados, todas las transacciones financieras del mundo, lo cual en sí mismo destruye la lógica implícita de la competencia capitalista. Un instrumento técnico que podía revolucionar la economía acaba por transformarse en un arma de guerra, si se observa con atención, la anulación de la moneda virtual en China no fue una medida popular (al contrario, ha levantado la polvareda de los ahorristas de Pekín todavía más) sino una solicitud de los grandes laboratorios como el Primary Health Cared  que, mientras la bolsa asiática se desplomaba, vio crecer sus acciones en un 14,7 %. Se trata del levantamiento de la industria china (la cual en su gran mayoría posee accionistas y capitales yankees) contra la centralización financiera; el imperialismo ha llevado al límite las contradicciones de su inserción en los ex países comunistas al punto de que se vuelven una traba para su mismo desarrollo y acumulación. Sin el trasfondo de esta contradicción, sin la comprensión cabal de su significado, entonces no se puede reivindicar la medida de Xi Xiping que, en definitiva, sigue parado del lado del mercado mundial de vacunas y barbijos a precio dólar. La clase obrera que suda valor a niveles de semi esclavitud en las empresas de Pekín y Hong Kong todavía está presa de la incipiente guerra mundial.

La misma semana en Estados Unidos la FED anunció que está entre sus planes la realización de un criptoactivo propio. Aunque los bitcoins sean bandera de los republicanos, los demócratas actúan desde su asunción en su defensa, al contrario de China, si bien aún no emite su moneda virtual, sí emite dólares que en los mercados de todo el mundo (también en la city porteña) cotizan como dólar cripto porque quien lo adquiere está obligado a comprar moneda virtual. Los subsidios multimillonarios tienen como objetivo la compra digital y, de hecho, 3M, la empresa que fabrica los barbijos N95 y lidera ampliamente el índice Dow Jones (que mide a las principales empresas estadounidenses) se manifiesta ella misma impulsora de la «revolución económica»: a la vez que se le ha garantizado el mercado mundial que ha abierto la pandemia, también, acapara el monopolio de criptoactivos. Como se ve, las medidas en China son parte de una guerra encarnizada por el reparto del mercado mundial cuya expresión política es la venta de vacunas y el cierre de fronteras a quienes poseen dosis de tal o tal laboratorio, como si el vacunado tuviese la posibilidad de elegir.

Tras la anulación del Bitcoin en China – que coincidió con la caída de Evergrande -, según informó Wall Street, «Se liquidaron posiciones largas por 560 millones de dólares, de las cuales 220 eran criptoactivos, 100 de bitcoin y 120 de Eher». Esto no son simple cifras, la prensa que lo compara con el martes negro del crack del `29 se queda cortísima. Ese mismo martes se habían liquidado en la bolsa, en un día, 16 millones de acciones de acciones a un dólar cada una, seguramente en proporción a los niveles productivos de la época un golpe monumental, pero una pequeña ola en el tsunami que se alzó la semana que pasó. El problema de problemas para toda la prensa financiera estadounidense es de qué manera recuperar puestos de trabajo en una recesión que ya no tiene precedentes históricos, las contradicciones sociales son inéditas para la historia universal.

El golpe a las criptomonedas es otro más al capital financiero – o al menos a un sector. Los reveses que sufre la bolsa explican la radicalización de sus sectores políticos, los grupos fascistas, que hoy mismo en Chile se movilizaron incendiando bienes de extranjeros haitianos y venezolanos. La agitación contra los locales de partidos de izquierda debe leerse en el mismo sentido, son expresiones de la deblacle capitalista y no de su instalación entre las masas, del aislamiento político y no de su progreso, de la perdida de sus habilidades y no de su iniciativa estratégica. Las elecciones en Alemania han marcado, también, el desplome de las fuerzas políticas tradicionales del imperialismo pero la ultra derecha no ha hecho pie.

La izquierda que agita la lucha contra el fascismo, si es consecuente, debe responder a los hechos mediante la acción directa, convocando a la vanguardia a organizarse en milicias populares, todo lo demás, es chachará. En Chile, donde la primera línea se ha convertido en la vanguardia revolucionaria, esta orientación es condición sine qua non para la intervención de la izquierda revolucionaria si pretende jugar algún lugar de dirección.

Maxi Laplagne