diario obrero

Los socialistas ¿Debemos respetar la veda?

Los socialistas ¿Debemos respetar la veda?

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Como toda pregunta, la misma debe ser respondida de acuerdo a las circunstancias. Si se observa bien, las elecciones del 12 de septiembre han sido maniatadas hasta el final, la burguesía hasta pretendió agitar su suspensión. Está claro: el día de mañana se verá un país disgregado políticamente en el que las variantes históricas de la dominación política de la Argentina han quedado obsoletas. De la vereda de enfrenta, tampoco hay posibilidades: la movilización contra el 2×1 fue tan imponente que suspendió las posibles variantes militares del poder.


La elección se da en un marco excepcional: pobreza, pandemia y desocupación record. Cualquier que camina las calles sabe con claridad que la gran masa de la población no tiene claro su voto y no necesariamente ha crecido el voto en blanco, contra el pronostico de los izquierdistas universitarios como Eduardo Sartelli. El día domingo será un día de fuerte deliberación política en la Argentina, quizá como no sucede hace varios años.


La defensa de la veda es contradictoria. Por un lado, si la burguesía se decide a romperla, pues sus recursos serían excesivos como para competirle el dominio político pero, como ellos mismos carecen de iniciativa política la veda sigue ocupando el lugar que se pretende: el de paralizar la discusión política. De hecho, bien mirada, los grandes medios no respetan la veda ni lo más mínimo: La Nación sacó su edición papel del sábado agitando contra «las irregularidades en el escrutinio» y algunas denuncias políticas a La Cámpora. La veda funciona sólo para que la masa pierda dos días esenciales de discusión. En fábricas y universidades, no importan las circunstancias, somos enemigos acérrimos de la veda: nuestras ideas son mucho más profundas y su raigambre popular es tan fuerte que pujamos por romper todo tipo de restricciones. En el caso de mañana, los partidos del régimen usaran el voto para legitimar su acuerdo con el FMI.


Una campaña nacional de agitación en las filas de votación, con mesas en las calles y nuestros candidatos agitando posiciones públicamente significaría una convocatoria a la acción directa contra el estado capitalista.