Movilizaciones en Nueva York contra el retorno a las aulas

El protocolo de vuelta a clases

Un fracaso teórico y práctico (aún antes de aplicados)

Escribe Cata Flexer

Terminé de escribir este artículo ayer por la noche. Hoy por la mañana, en una de mis primeras reuniones (virtuales) de trabajo, la dirección de una de las escuelas en las que doy clases de historia anunció que el gobierno de Larreta ya tiene fecha estimada de regreso a las aulas: 01/09 para los docentes y 15/09 para los estudiantes, comenzando por los quintos años del secundario (y séptimo de la primaria). Demás está decir que inmediatamente los docentes del colegio convocamos una asamblea, así como que muchos directivos ya descartaron de cuajo la posibilidad. En fin, el análisis no podría tener más actualidad.

El 2 de julio el Ministerio de Educación publicó el protocolo aprobado por el Consejo Federal de Educación para la vuelta a clases. Fue aprobado por los ministros de educación de todas las provincias y la capital. No faltaron los representantes de los cinco sindicatos nacionales. CTERA, dijo presente con Alesso y Baradel. Un protocolo sin grietas.

El protocolo, sin embargo, ha muerto antes de empezar a aplicarse. En pocas semanas, de las nueve provincias que iban a iniciar las clases luego del receso, solamente San Juan y Catamarca lo harían el 10 y el 18 de agosto, respectivamente. Mientras tanto, numerosos países que reabrieron sus escuelas (como Israel y Corea) debieron cerrarlas por nuevo brotes. 

La oficialización de protocolos de vuelta a clases forma parte de la campaña por imponer una “nueva normalidad” en la que el control de la pandemia pase por el cuidado “personal”, mientras se reabre el conjunto de la actividad económica, en el peor momento (aunque aún no sabemos si se trata del pico) de la pandemia en nuestro país. Alberto Fernández se ha sumado a lo que podríamos llamar el modelo alemán: “la vuelta a la normalidad no puede ser la vuelta al libertinaje”, señalaba ya hace semanas Francfurter Allgemaine, una especie de “de la casa al trabajo y del trabajo a la casa”. En este sentido, el trío Fernández-Kicilof-Larreta mantienen la reapetura del AMBA pero restringen las reuniones sociales: llaman a “la responsabilidad de todos los argentinos” pero quitan responsabilidad a las grandes patronales mientras crecen de a decenas los brotes en las fábricas. Los contagios escalan al ritmo de la reapertura.

La reapertura de escuelas, colegios y jardines se presenta en todo el mundo como una necesidad de las patronales, no de las familias o los niños. El New York Times del 31 de julio no tiene tapujos en decirlo abiertamente: “el retorno a los padres al trabajo necesita de un sistema educativo funcionando”.

Trump ha amenazado a las escuelas con quitarles financiación si no abren y todos los medios han denunciado que el último documento del Centro para el Control de Enfermedades sobre el tema fue modificado a pedido de la Casa Blanca para avalar la vuelta a clases a pesar de que Estados Unidos se acerca a los dos millones de contagios (contabilizados) y cerca de 160 mil muertos. La batalla por la vuelta a clases está al rojo vivo, con todos los medios de comunicación tratando de poner a los padres en contra de los docentes, responsabilizando el no retorno a las aulas luego de las vacaciones de verano por la desocupación de los padres. Una notera de ese mismo diario lo resumió así: “En la economía del Covid-19 podés tener un hijo o un trabajo, no ambas” (NYT, 2/8). En los últimos días, hasta la ONU se ha sumado a esta campaña. Sin embargo, las encuestas en los EE.UU. dan un fuerte apoyo de los padres a los docentes, que han amenazado con ir a la huelga si los obligan a dar clase en las condiciones actuales.

En Europa, las clases se suspendieron varias semanas antes de terminar el año escolar y aún no han retomado. La región fue el segundo centro de la pandemia, luego de China. Italia y España tuvieron varias decenas de miles de muertos cada uno. Planifican la vuelta a clases para septiembre  aunque también allí hay importantes movimientos de docentes y padres para evitar la apertura prematura (actualmente tienen unos unos pocos cientos de contagios diarios). Es el caso, por ejemplo, de las asociaciones docentes de Madrid y Andalucía. Vale la pena tomar el ejemplo de los protocolos europeos porque de allí viene la inspiración de Trotta y compañía, con el modelo “dual” (parte presencial, parte virtual) y las “burbujas” de estudiantes.

Veamos un poco más de cerca que nos proponen para la vuelta a las aulas en nuestro país.

1- Fragmentación de los grupos y modalidad “dual”

Para hacer posible la distancia social dentro de los establecimientos, los estudiantes se turnarían para ir por mitades. De cada curso, un grupo iría una semana sí y otra no, alternándose. El grupo que no tiene clases presenciales seguiría con la modalidad virtual. Aquí se abren dos interrogantes sustanciales. En primer lugar, una vez que hayamos vuelto al aula, los docentes realizaríamos nuestra jornada completa, los chicos se turnan, pero los docentes no. Si estamos en el aula, ¿quién continuará con las actividades virtuales? ¿Una maestra que trabajó todo el turno mañana y tarde, tiene que llegar a su casa para continuar con ambos cursos en la modalidad virtual? Efectivamente, esto es lo que espera el Ministerio de Educación. Como durante todo el período de aislamiento, la totalidad del esfuerzo para hacer posible alguna continuidad pedagógica la tendríamos que hacer los docentes. En segundo lugar, si la vuelta no fuese plena, mantendremos todos los déficits materiales que hoy hacen imposible la continuidad para cientos de miles de estudiantes que carecen de dispositivos y conectividad.

Para que sea posible cualquier tipo de sistema dual (y este sólo debiera existir por la emergencia sanitaria, y tal vez ni siquiera, de ninguna manera podemos permitir que perdure como alternativa educativa) sigue siendo fundamental lo que los docentes venimos planteando desde el inicio de la suspensión de las clases: computadoras para todos los estudiantes y docentes y conectividad gratuita. A su vez, se deben crear todos los cargos docentes necesarios para sostener las trayectorias educativas de todos los estudiantes. 


Junto al respeto de las condiciones de trabajo (hoy con una sobre carga extrema) que debiera implicar la incorporación masiva de docentes, debe garantizarse inmediatamente la provisión de computadoras a todos los estudiantes y docentes. El 52% de los estudiantes no tiene una computadora en el hogar, y de los que tiene, el 63% comparte esta herramienta con el resto de la familia. Sólo el 46% de los estudiantes tiene acceso a internet fija de calidad, mientras que el 30% no tiene acceso o tiene solamente a través de los datos del celular. Todos los datos son de una encuesta del propio Ministerio de Educación Nacional. La sola decisión del Enacom de liberar el acceso a internet y el reparto de chips permitiría el contacto de cientos de miles de niños con la escuela. Ante la carencia de plataformas educativas estatales se ha creado un gran negocio en torno a Google Classroom, Edmodo, Moodle y similares. 

2-Ingreso escalonado

El 25% del tráfico en transporte público corresponde a la movilidad de estudiantes y docentes hacia las escuelas, por lo que el retorno a las aulas repercute automáticamente en uno de los mayores vectores de contagio como lo es el transporte. Para “solucionar” esto el Ministerio propone un “ingreso escalonado” para que la entrada y salida de las escuelas no se superponga con el horario de ingreso al trabajo y a su vez no todos los estudiantes entren en el mismo horario. 

Los ministros evidentemente desconocen la realidad. Vamos a dejar de lado el hecho de que la hora pico de ingreso al trabajo no es necesariamente las 7:30/8:00 en que los niños y adolescentes entran a la escuela. La realidad escolar es imposible de acomodar a un esquema de este tipo. ¿Qué hace una familia de más de un hijo en edad escolar? Obviamente si tengo tres hijos y uno entra a las 7:30, otro a las 8:00 y otro a las 8:30, no los voy a llevar de a uno a la escuela, lo voy a llevar a todos a las 7:30 y la escuela va a estar aún más colapsada con todos los hermanitos en idéntica situación. Los docentes, a su vez, vamos saltando de clase en clase y de colegio en colegio ¿Cómo espera articular este escalonamiento con la realidad de que los docentes trabajamos en ocho o diez cursos distintos, en varios colegios, de varios barrios o distritos?

El ministerio debiera, si quiere evitar la aglomeración de docentes, estudiantes y familiares en el transporte público, habilitar transportes escolares para todo aquel que viva a cierta distancia de la escuela en la que trabaja o estudia, de la misma forma que en los protocolos fabriles las empresas debían hacerse cargo de transporte de sus trabajadores para que las habiliten a abrir. 

Como ya se empieza a observar, hasta que la curva no descienda significativamente la vuelta a clases forma parte de la estrategia de inmunidad de rebaño, la cual ya ha fracasado rotundamente en los Estados Unidos. 

3-Aulas burbuja y distanciamiento 

Aunque no es de uso obligatorio, el Ministerio ha hecho especial publicidad al sistema de “aulas burbujas”  el cual consistiría en que los estudiantes, dentro del aula, se sienten en grupos (burbujas) (manteniendo la distancia de 1,5m) y los estudiantes dentro de la institución sólo se relacionen con los miembros de su misma burbuja. A esto se suma el uso obligatorio de tapabocas desde el primer grado y de máscaras de acetato para los docentes. 

Luego de cuatro meses, ¿esperan que los niños, o incluso los adolescentes, no traten de socializar entre sí en el recreo? El ministerio espera lo mismo que promueven a nivel general: responsabilizar cualquier contagio en la “irresponsabilidad” de los individuos que por h o por b no cumplen con el aislamiento social, sin considerar nunca todos los condicionantes para esto. En este caso, se espera que los niños vayan a la escuela, usen el tapaboca durante un mínimo de cinco horas seguidas y no charlen con ningún otro niño salvo los tres que forman parte de su burbuja (manteniendo la distancia incluso entre ellos). En el medio, pretenden convertir a los docentes en represores constantes de los comportamientos absolutamente naturales de los niños. Se rechaza, en cambio, la colocación de acrílicos para aislar los bancos (como en Asia) por su alto costo. No hay máscaras para los ambulancistas, ¿habrá para todos los alumnos, auxiliares, directivos y docentes? A su vez, ¿se respetará estrictamente su uso siendo cambiadas y lavadas todos los días? ¿Los estudiantes tienen todos ropa suficiente como para cambiársela y lavarla todos los días?

4-Casos positivos

El sistema de “aulas burbuja” está directamente ligado a los lineamientos de qué hacer si un estudiante presenta síntomas de coronavirus. El protocolo dicta que la escuela en la que aparezca un posible caso suspenda las clases por un día para su desinfección. En caso de que el estudiante haya contraído la enfermedad, se deberá aislar a los compañeros con los que compartía la “burbuja”, pero no se les hará el hisopado salvo que presenten síntomas, esto a pesar de la alta prevalencia de casos asintomáticos entre niños y jóvenes. El resto de los estudiantes del aula seguirá concurriendo. También lo hará el docente del curso, a quién tampoco se le hará ningún examen médico con el riesgo ya no de contagiar a uno sino a los muchos cursos en los que trabaja cada docente. 

Esto se sostiene bajo la creencia de que dentro de la escuela los estudiantes se aislarán voluntariamente de socializar con cualquier otro estudiante, lo que, ya dijimos, nadie ha observado jamás en un niño.

5-Limpieza e higiene

El protocolo establece una determinada frecuencia de limpieza del establecimiento y de todo el mobiliario, así como también pautas para la higiene. Cualquier persona que conoce la escuela pública sabe que la limpieza y desinfección entre cada turno de clases, o la exigencia de lavado de manos de todos los estudiantes y docentes cada noventa minutos chocan contra la realidad de las escuelas.

4500 escuelas del país no cuentan con agua potable según informa La Nación del 30 de julio. Quienes trabajamos, vivimos y transitamos la educación pública sabemos que incluso aquellas escuelas que tienen acceso al agua, pueden no tener más que algunos baños químicos, o una que otra canilla en el patio. Una escuela “bien dotada” de la Capital Federal, tiene un baño para chicos y otro para chicas para sus muchos grados o divisiones, con dos o tres canillas cada uno. Nunca se ha visto que se provea de jabón para lavarse las manos a las escuelas, ni de papel higiénico, mucho menos, claro, de toallas de papel descartables.

Las escuelas tampoco tienen el personal necesario para la limpieza permanente necesaria para contener el coronavirus, no es poco común ver a la directora de una escuela baldeando el patio minutos antes de la hora de ingreso, ante la falta de trabajadores de maestranza, cuya dotación es recortada año a año. 

Bajo el eufemismo de “debe asegurarse” y “debe proveerse”, nada se dice de quién asegurará y proveerá el suministro de jabón, alcohol, lavandina y elementos de higiene en general. Ni que hablar de los tapabocas y las máscaras para docentes y estudiantes.

El Ministerio ha anunciado una partida especial para cubrir estas necesidades. 2 300 millones de pesos, que parecen mucho pero no son nada. 500 millones irán a escuelas elegidas por cada provincia a razón de $50000 por escuela para adquirir insumos, es decir, que unas 10000 escuelas recibirían este magro refuerzo, con el que a lo sumo podrán comprar la dotación necesaria de lavandina y alcohol para unos pocos meses. El resto se repartirá entre 1 300 millones para la llegada de agua potable y otros 500 millones para obras de infraestructura. Si tomamos el total de los 2 300 millones que tanto parecían y los dividimos por las 63 390 escuelas de todo el territorio nacional, nos quedan magros $3628 por escuela. Le pedimos al lector que si llegó hasta acá, no llore, mejor luche.

La frutilla del postre es que según estos mismos protocolos serán los docentes (mientras mantienen la educación a distancia) los que acondicionen las escuelas. No nos preocupemos compañeras, no se espera de nosotras que construyamos nuevos baños, de lo que se trata es de que la adecuación, para el gobierno, no es más que reacomodar los bancos y pegar carteles sugiriendo el lavado de manos (que ellos ya ejercen cotidianamente).

En estas condiciones, la conclusión es clara. El gobierno (nacional, de la ciudad y las provincias) ha hecho pesar sobre las espaldas de los docentes cualquier esfuerzo por sostener la educación, y de la misma manera, planea que sea sobre nosotros sobre quienes recaiga el peso de la vuelta a clases. 

Efectivamente, queda en nosotros imponer las únicas condiciones posibles tanto para la vuelta a las aulas como para la democratización de la educación mientras se mantenga la virtualización. Queda en los docentes y en nuestros sindicatos la redacción de protocolos que hagan esto posible y la exigencia de las condiciones materiales para llevarlos a cabo.

Los esfuerzos técnicos, científicos, industriales y hasta pedagógicos del país deben estar puestos de forma urgente a la erradicación del coronavirus y no a la emulación de una falsa “nueva normalidad”. Mientras oficialistas y opositores discuten el ritmo de la reapertura, los trabajadores debemos discutir una alternativa, que difícilmente pase por el acuerdo de Guzmán con los bonistas festejado por Toto Caputo y la bolsa, mientras los partes anuncian cada día varios miles de contagios.

262 comentarios sobre “El protocolo de vuelta a clases

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