diario obrero

¿Y si cae el gobierno, qué?

¿Y si cae el gobierno, qué?

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Antes que el psicoanálisis pudiese dar cuenta de la profundidad de lo inconsciente, la filosofía alemana había mostrado una preocupación todavía más relevante porque a paso lento descubrió que la irracionalidad del deseo humano, en realidad, no era más que la expresión del deseo común de las masas. Que Freud estudió su psicología en varias obras no quedan dudas pero – si es por guiarse por el abordaje teórico de la filosofía – nunca la pluma de ningún pensador pudo dar en el clavo tanto como lo hizo la Revolución de Octubre. A diferencia del análisis psicológico del observador que mira desde la atalaya, los soviets le dieron consistencia a la inducción y procesaron desde febrero a octubre del `17 la necesidad de sacarse de encima a un gobierno si los más profundos deseos de la masa hambrienta y en combate se pretendían realizar.

La dictadura de Massera, Videla y compañía – de acuerdo han mostrado las investigaciones de los más importantes historiadores de la Argentina actual – fue una escrupulosa estudiosa de la Voluntad de las masas y comprendió que el desarrollo de la cadena de la historia tan sólo podía reventarse si sus eslabones eran cortados con la tenaza. Bajo el argumento de la guerra civil coactaron la evolución vital de un pueblo bajo crímenes que al día de hoy continúan impunes. Como Putín kamikaze con la soldadesca que hereda la técnica militar del ejército rojo pero escasa de la democracia militar que la llevó a la victoria, los Montoneros arrastraron a la juventud argentina a la derrota y con ella a toda su vanguardia obrera.

Nunca el problema de la voluntad de vivir se había vuelto a poner otra vez en escena como  en los dos últimos años Coronavirus mediante. A su vez, la psicología de las masas volvió a poner en escena que detrás de sus vaivenes se encuentran intereses opuestos. El capital encontró en la pandemia la posibilidad de avanzar hacia la realización definitiva del monopolio y la coacción; y se encontró que frente a la acumulación – una ley derivada del régimen social – se encontraba la verdadera ley del desarrollo natural de la vida humana, la de vivir. El 24 de Marzo de 2022 tiene como eje esta polarización social inédita en la historia humana.

Del intento monopolista del imperialismo mundial ha resultado la guerra mundial, otra vez, contra le herencia histórica de los soviet. Quiera o no la clase obrera mundial, en la historia de Rusia se han movido las piezas más importantes de su ajedrez. El imperialismo no ha podido hasta el día de hoy desmontar su herencia en tanto realización de la voluntad popular. Tenaza en mano otra vez la OTAN pretende desmembrar un aparato que reserva en su interior la contención del impulso vital de la humanidad. La guerra por el comercia de la vacuna se ha transformado en guerra por el reparto del comercio energético y, sobre todo, por las condiciones de vida de la clase obrera mundial. De una pandemia sin precedentes hemos avanzado a una guerra sin retorno. Si se siguen científicamente los pormenores de este desarrollo se esconde en su interior las condiciones de un levantamiento internacional contra el imperialismo y sus gobiernos, la guerra mundial tiende a desintegrarse, otra vez, en guerra civil. Las juntas revolucionarias que lucharon contra la España fascista, la comuna chilena de 1972 en una nueva etapa política del otro lado de la cordillera, las coordinadoras obreras de 1975 en la Argentina- otra vez en defensa del salario y contra la inflación – todas las premisas que la historia ha abordado desmesuradamente en las últimas décadas se han vuelto a poner en pie.

Para el proletariado argentino la cuestión de las cuestiones se juega en que el gobierno de los Fernández ha abordado los dos años de crisis internacional en consonancia con el capital financiero y su giro monopolista, por un lado, destruyendo la industria nacional mediante el giro de dividendos a los bancos y su consecuente fuga. Cada semana se informa en la prensa financiera la forma en que los bancos privados y los fondos de inversión se hacen de intereses crecientes mediante LELIQS, LETES o NOTALIQS. Por otro, el monopolio del agro argentino ha sido premiado como nunca antes mediante la internacionalización de los precios locales como consecuencia de la habilitación permanente para exportar y especular en la bolsa de Chicago. El 2022 ha sido el año de cosecha record de trigo en la Argentina, mientras el 50% de la población, se calcula, consume menos de un kilogramo de pan mensual. Finalmente, la especulación, el pago de la deuda al FMI y los acuerdos internacionales de los Fernández han redundado en la evolución acelerada de camarillas propias de la burguesía nacional que – como en los `70 – hacen y deshacen gobiernos a piacere. En la semana del 24 de marzo, el CEO de SYNGENTA, la mayor industria semillera del país, se ha paseado por los medios de comunicación en defensa acérrima de Alberto Fernández… ¡es decir que temen su caída!

En este marco, la caída del gobierno sería la expresión nacional de un fenómeno internacional y del desenvolvimiento de la crisis mundial pero, como toda crisis revolucionaria, obligaría a una estrategia nacional propia que acaudille a las masas al poder. Los procesos revolucionarios tienden a dejar la iniciativa en las masas pero, el propio impulso de los eventos, despierta las últimas fuerzas de los recursos de las clases dirigentes, esto es, vamos a un proceso de choque descomunal entre la clase obrera y la burocracia estatal y sindical, cuando no, con su aparato represivo. De lo que se trata es de la claridad frente a la tarea de la lucha política por el poder. La masa ha tomado consciencia plena de la inconsistencia del régimen político de abordar la etapa. Una ASAMBLEA CONSTITUYENTE no tiene forma definitiva, más bien, se adapta a las necesidades del proceso político, desde las fábricas, desde las barriadas, desde las escuelas, desde las universidades; su única condición es – otra vez – la necesidad de avanzar de acuerdo a la voluntad general de la masa. Se trata de un proceso lento pero que contradictoriamente estalla de forma inesperada para acabar dejando en off side a los burócratas de turno.