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Las jornadas de diciembre

Las jornadas de diciembre

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Valen más cinco millones reales de personas movilizadas que mil convocatorias posibles, incluso cuando la convocatoria plantee las consignas políticas más avanzadas y las cinco millones de personas en las calles carezcan de ellas. Sin embargo, sería necio afirmar que los festejos por Argentina campeón carezcan de un matiz político. Al contrario, es sólo comprensible en el marco de una puja internacional creciente y de una época atestada de movilizaciones de masas sin precedentes en la historia universal. La euforia festiva había apoderádose de la masa ceilandesa al ocupar la casa de gobierno nacional y servirse un banquete con la vajilla ejecutiva en julio de este año. Para quien diga que la euforia es una entidad abstracta pues sólo hace falta referirse a la etimología de su palabra pues es el εὔφορος – eúphoros –, desde la antigua Grecia, la sensación de bienestar – eu – generada a partir de lo sucedido en el foro, o sea, la actividad política pública. Toda sensación de felicidad se enmarca siempre en procesos sociales profundos.

FULBO

Como al fútbol es sólo grato jugarlo en vez de opinarlo y como la opinión corre el peligro de asimilarse a los periodistas oficiales de  turno, basta con afirmar que dentro de las leyes cerradas del deporte el ascenso futbolístico de la selección argentina rompió el esquema imperante que había acabado por imponerse en el mundial de Rusia (¡!) 2018 de acuerdo al cual podían los partidos convertirse en el resultado de una serie de fórmulas computacionales o de un entrenamiento físico desmedido de fuerza – Giroud – y velocidad – Mbappé. Para el amante del futebol, atrapada en la propia crisis nacional, nuestra selección dio muestras del instinto escondido del juego, la gambeta, el amague y el engaño. Es la muestra cabal de que ninguna planificación artificial pueda jamás avanzar en reemplazo de las capacidades propias del ser humano, su carne, su inteligencia y voluntad. De alguna manera, se trata de una nueva etapa del deporte, la cual, sin embargo, se viste de una estética vintage, retrotraída a lo perdido del deporte en medio de un enchastre mayúsculo del que son responsable empresarios, sponsors y federaciones. Recuérdese el escándalo que hizo descender a la Juventus como castigo por la compra de partidos del Calcio o, en nuestro país, el proxenetismo contra los jóvenes de las inferiores. Hace unos años Fernando Signorini – preparador físico personal de Maradona durante una década – en su libro La necesidad de una rebelión en el fútbol había anticipado que el fútbol de la presente década estaría marcada por esta contraposición entre el deporte computacional y la gambeta y que en ella radicaban todas las reivindicaciones populares del fútbol por el simple hecho de que el deporte ha sido desde los más antiguos tiempos una forma de placer del ser humano. Como programa político, el fútbol se limita a la lucha por su disfrute.

Toda la historia del deporte es una historia política y no lo es menos la historia del fútbol y, en particular, de sus mundiales. En ese campo, se sabe, América Latina es vanguardia y protagonista principal. El mundial del `30 – el primero de todos – fue un obsequio de la prematura FIFA y el comité olímpico internacional como celebración de la denominada Jura de la Constitución. La constitución uruguaya del ´30 definió como ciudadano uruguayos solamente a aquellos capaces de demostrar determinada cantidad de posesiones. Lo asalariados, explícitamente, fueron considerados no ciudadanos y se les prohibió definitivamente el voto. Fue un intento único de reconstituir el régimen colonial en el Río de La Plata luego de cien años de independencia y de avanzar contra los derechos políticos que la clase obrera conquistaba desde fines del Siglo XIX. En ese marco se intentó instalar el mundial de fútbol como una celebración de la ciudadanía convirtiendo a Montevideo en una ciudad que albergaría lo mejor del lujo europeo y norteamericano. Si en Qatar fueron miles los muertos por la construcción de los estadios, la final entre Argentina y Uruguay debió jugarse con tribunas de cemento todavía húmedas por la velocidad en la que se impulsó la construcción del estadio Centenario con mano de obra semi esclava. Casi noventa mil uruguayos acabaron por festejar las victorias deportivas de sus ciudadanos. El triunfo se presentó ante el mundo como una victoria del nuevo régimen oligárquico.

Aunque ya de larga data, en realidad, los mundiales de fútbol son parte de la historia reciente. No puede separarse su realización del progreso acelerado de la monopolización del mercado mundial por parte de las grandes potencias, sobre todo, de los Estados Unidos, donde ya reina una guerra brutal por el reparto de los partidos del mundial 2026 entre los diferentes estados, incluso cuando de todos sus estadios ninguno pertenece al soccer sino todos al fútbol americano. El mundial unificó criterios deportivos de un deporte que en cada región preservaba sus propias cualidades. La premier league inglesa, por ejemplo, es un invento yankee porque hasta el año 1895 el fútbol inglés fue no sólo amateur sino propiedad de las organizaciones, tabernas y clubes obreros funcionando de contrapeso a la democracia monárquica. La oficialización de los clubes de fútbol y jugadores cotizantes en las grandes bolsas de activos es una expropiación histórica sin precedentes a nivel planetario que no responde al ascenso político de la burguesía sino a su declive y a la forma de contrarrestar la tasa de ganancia capitalista. Corresponde a la época en que el capital necesita la creación de nuevas formas de consumo que le recuperen su plusvalía, aquello que los filósofos de la época denominaron la sociedad del espectáculo no fue más que la incorporación al mercado de las pasiones populares. Con el desarrollo de la manufactura a escala y, sobre todo, de la conquista de colonias en África, Asia y América Latina surgirá el negocio monumental de las pelotas, los botines y las camisetas de fútbol. Tras una lucha de décadas, Adidas y Nike se han impuesto en las últimas décadas como el monopolio absoluto de la vestimenta deportiva sobre la base de mano de obra internacional semi esclava imponiéndole el consumo de mercancías externas a naciones de todo el mundo como lo son las camisetas de equipos europeos en Argentina o las de Messi en Bangladesh (varios estudios demuestran como las réplicas truchas de camisetas son también fabricadas por las grandes multinacionales con materiales de menor costo). En este movimiento desesperado de la circulación y consumo masivo la masa observa de forma melancólica un pasado deportivo que le pertenece otorgándole su propia mirada al fenómeno, un matiz propio que en determinado momento alcanza el choque con el poder. Para perpretar el espectáculo el capital requirió de la formación deportiva entre la masa que consume sus productos lo cual explica que Maradona, Messi y Pelé sean fenómenos típicos de los Siglos XX y XXI.

Estamos entonces frente a la contradicción política más importante de los mundiales de fútbol que es la misma contradicción que atraviesa la actual era social. En la época de expropiación masiva y monopolitización internacional del capital, las plateas de lujo para los Elon Musk o los reyes qataríes no pueden jamás reemplazar el origen masivo del mercado futbolístico, de la formación deportiva de las masas y de su pasión por la identidad futbolística. En River Plate, por ejemplo, se desarrolla al día de hoy una lucha maravillosa que ha tenido durante el 2022 a la popular una y otra vez cantando en contra del aprovechamiento que la dirigencia está llevando a cabo mediante la construcción de las nuevas tribunas para la transformación de la histórica Centenario Alta – popular – en una platea de alto poder adquisitivo. Los abonos de este año (forma de pagar tu ingreso anual al estadio) han sido semestrales y arancelados por primera vez para la Sivori Baja, es decir que a partir de ahora el socio debe no sólo pagar su cuota sino el acceso a las populares. La dirigencia de River está entregada al grupo MAS de De Narvaez lo mismo que boca y el resto de los clubes de la AFA a las agencias de apuestas online y criptoactivos. Es decir que el fútbol se juega uno de los escenarios políticos más imponentes de la lucha de clases, en concreto, de la masa contra la expropiación de sus goces y el ascenso del capital financiero. En la defensa de sus hobbies la clase obrera se defiende a sí misma como espejo porque siempre se encuentra entre las ambiciones personales del individuo el deseo de su formación artística o deportiva profesional, la cual se ve bloqueada por la calamidad de la sociedad capitalista y la expropiación de su tiempo libre. La lucha en defensa del desarrollo excepcional del deporte es parte crucial del programa de los oprimidos del mundo, en ella radican las muestras de su evolución histórica y la conformación universal de su cultura. Lalo Maradona dijo una vez que Diego fue lo que fue porque sus padres – los tan mentados Tota y Don Diego – podían “hacerle la leche todas las tardes”.

LOS FESTEJOS

Entre el domingo 18 y el martes 20 de diciembre la Argentina se conmovió rememorando en su comportamiento a las viejas comarcas donde participantes de todas las clases sociales se encontraban en una magnífica celebración popular. Por supuesto que los reyes de la Edad Media tenían el control político supremo de los eventos y, sobre todo, la capacidad de su financiamiento. Buenos Aires, en cambio, desbordó de anarquía festiva lo cual no pudo paralizar la organización del mercado masivo – se calcula por millares – de venta de latas de cerveza porque las gratuitas prometidas por Budweiser para el campeón nunca aparecieron. El capital no puso un peso para la fiesta popular, lo cual demuestra la pura iniciativa de las masas. Fue el pueblo argentino quien puso la música, la batucada, la alegría, el baile, el canto, la que se subió a los semáforos, la que tiraba agua desde los balcones, la que usufructuó las fuentes con motivos romanos y la que se abrazó en un fenómeno contemporáneo para los estudios sociológicos de la posteridad. Si se recuerda bien, tal clima no se vivía desde el 20 de diciembre de 2001 a eso de las seis de la tarde cuando las pedradas acabaron porque De La Rúa sobrevolaba Buenos Aires en Helicóptero y la Ciudad se vistió de folklore popular. Este 20 de diciembre el pueblo argentino creó su propio folklore. El gobierno decretó feriado ante la posibilidad de un desborde político. El SUTNA – del neumático – y otros sindicatos habían ido el 18 a la huelga para que los obreros puedan ver el partido y festejar. No así la CGT que vio todo el proceso por televisión o, posiblemente, desde los palcos de Qatar.

Es todavía prematuro aventurarse en un análisis del desenvolvimiento de los eventos, sobre todo en la época en que la euforia no se corresponde a ciudades de unos cuantos cientos sino a millones de personas. A tal cantidad, el proceso tardará en hacerse balance. Sin embargo, todo cerebro individual es un laboratorio de pensamiento propio y la participación en el festejo es parte del andamiaje del laboratorio. “No tengo un mango y vengo igual” se cantó de forma eufórica en todas las calles de la Ciudad. En cada esquina se manifestó un encuentro en las miradas. Sí, también la mirada es material de estudio para el marxismo porque en ella se observa el devenir y el estado moral de las masas. En la mirada de los festejos se observa un encuentro. La situación es novedosa pero a nadie lo sorprende. Es como si siempre hubiésemos estado ahí a su espera. Es la conformación propia de la sociabilidad en sus instintos más profundos.

Sin embargo, también detrás del sentimiento y el fervor se esconden movimientos y estructuras sociales dinámicas. Un señor de camisa y corbata regala una camiseta de Messi a un cartonero. Un muchacho que duerme en las esquinas se abraza a una joven rubia de Palermo y toman juntos de la botella cortada. La joven sube la foto a Instagram, el muchacho llora de felicidad a la espera de que Argentina salga campeón todos los días de ahora en más. Es que el mundo, América Latina y Argentina por su desarrollo político en particular asiste a una transición histórica en la conformación de las clases sociales. De acuerdo a varios medios financieros, las compras mayoristas sufrieron este año una caída de un 7,1% interanual, es decir, hay una caída abrupta del pequeño comerciante que se manifiesta socialmente en la disgregación cultural de la pequeño burguesía que busca una nueva etiqueta política. No la encuentra aún ni la encontrará en la mera euforia de los festejos pero para las clases sociales en pugna, para los sectores más conscientes, los festejos han sido un campo de batalla. Así lo entendieron Clarín y Canal 13 que le dieron la espalda al feriado pero luego pretendieron apropiarse de la transmisión. Pero ningún grupo capitalista pudo colarse entre la1a fiesta. Ahora dicho de forma más clara, estamos frente a uno de los primeros inventos propios de la clase obrera argentina del Siglo XXI. De acuerdo a La Nación en el último año el país “sufrió” – dixit – más de siete mil huelgas y piquetes. Hay un método de auto organización obrera en proceso que empieza a pulirse. En cambio, por su falta de consistencia histórica y material, la pequeño burguesía vira como una veleta pero manifestó en estos eventos una simpatía creciente hacia el fervor del populacho, lo cual es toda una transición histórica. Esta transición política fue la que el kirchnerismo intento usufructuar luego del año 2003 haciendo elevarse políticamente detrás de la oligarquía menemista a determinados actores políticos como los actuales Itaí Hagman o Juan Grabois. El rechazo de los jugadores a recibir al presidente, sin embargo, es consecuencia de la presión desbordante que surge de las napas del desarrollo político reciente de la argentina y se opone por el vértice a todas las variantes políticas existentes, incluso a la izquierda y sobre todo a la burocracia sindical. Hay que entender los festejos como parte del proceso político histórico: la desintegración histórica del régimen burgués criollo de la argentina con sus etiquetas berretas propias (en un campo general) y la disgregación del posmenemismo – que incluye a kirchneristas y macristas por igual – (en un campo todavía más concreto y particular). Desde ese punto de vista las jornadas de diciembre de 2022 deben atarse como otro eslabón de desarrollo con los sucesos de diciembre de 2001.

Sin embargo, el agua que ha corrido por el Río de la Plata desde el argentinazo a nuestros días ha traído oleadas de todo tipo y  una que se ha expresado de forma particularmente potente ha sido la de los pañuelos verdes. La participación activa de las mujeres en los festejos se contrapone obviamente al desarrollo mercantil del deporte femenino que impulsa el capital internacional. Por un lado, por arriba, en la elite, las mujeres de los jugadores observan el partido desde los palcos como antiguas damas de honor. Por otro, por abajo, la clase obrera se une en un mismo grito de fervor. Incluso los videos posteriores de los festejos muestran un determinado destape erótico entre la masa argentina, siempre regimentada por su tradición militar, que muestra ahora un destape profundo de sus deseos. En todo caso, el destape no fue creación de los festejos pero sí canal de desarrollo masivo y propaganda. A veces la propaganda política no se transmite sólo en folletos sino en perreos intensos sobre la Avenida 9 de Julio. También entonces hay que colocar a la revolución femenina como eslabón y partícipe de los festejos del mundial.

Políticamente, los festejos no son estrictas acciones de lucha ni mucho menos. Simplemente sucede que se juega en cada evento histórico de la Argentina todo su desarrollo, sobre todo cuando los eventos incluyen en vez de excluir a las masas. Los festejos han sido un campo de disputa. Las reivindicaciones nacionales sólo pueden tener dos campos de desarrollo. O el furor argentino adquiere características xenófobas y supremacistas dando campo al desarrollo de políticas fascistas o, en cambio, el nacionalismo argentino se comprende en su marco histórico, geográfico y social dando campo a una corriente política antimperialista que no puede decantar más que en un programa de alcance socialista. Entre el programa histórico de la clase obrera internacional también se incluye festejar a lo grande.

EL OTRO DICIEMBRE

Dos días después de la derrota de Estados Unidos con Holanda en octavos de final, la misma no pareció molestarle en nada a Jeremy Powell – titular de la casa de la moneda, FED – que dedicó una hora de su discurso de cierre de año a lo que la prensa financiera interpretó como “un cambio en su estrategia monetaria”. Explícitamente afirmó que era necesario avanzar hacia una baja de la inflación lo cual implicaba detener la suba mensual de tasas de interés y, explícitamente, una baja general de salarios. Data de estos mismos días el informe del FMI exigiendo a la Argentina un descenso urgente de los niveles de consumo. Con estos simples datos vemos lo poco que durará entre el mercado mundial inserto en la Argentina el furor por la albiceleste.

En las declaraciones de Powell se esconden los principios fundamentales de la guerra que Estados Unidos junto a la OTAN impulsan en Kiev y Moscú. Los parates de la pandemia terminaron por dar el golpe de gracia a un reordenamiento del “mundo laboral” que lleva al mercado mundial a pérdida. Para el último gran salto monopólico mundial que fueron los subsidios post crisis financiera de 2008 y los subsidios durante la pandemia del 2020 la inversión implicó números inusitados que en todos los países del planeta superan su propio PBI. Que el mundo adeude más de que lo que produce significa que el capital requiere de forma urgente una reestructuración a escala planetaria que le permita ponerse al día. Las multinacionales funcionan hoy por hoy para mantenerse en el marco del monopolio internacional y sostener a una capa aristocrática separada totalmente de la masa del planeta por lujos exorbitantes. El gran capital se ha despegado hasta de su propio desarrollo tecnológico y ni hablar del humanitario. La compra [en realidad, expropiación forzada judicialmente por una corte trumpista] de Twitter por parte de Elon Musk funciona justamente contra el avance de los ya limitados derechos informáticos de la democracia digital. Como la gran empresa asiste a una quiebra sin precedentes, el dato financiero más importante del año 2022 ha sido el ascenso a los primeros lugares de mercado de las acciones “clásicas”, esto es, alimentación (sobre todo trigo) y energía (especialmente el petróleo, pero no excluyentemente). En la época de la inteligencia artificial en que los jeques mostraron sus estadios ambientados, la guerra capitalista ha hecho que vuelva ser más importante comer y prender la luz que conectarse al meta mundo. Este mismo fenómeno explica la caída mundial de las criptos.

Ahora bien, aunque en ascenso de demanda, el mercado internacional de granos responde a los acuerdos de los grandes trusts y cartels bancarios del mundo, lo cual nos da como resultado nacional la existencia del dólar soja. En su informe reciente, el FMI no pide la anulación del dólar soja – como algunos opositores osaron decir – sino una estrategia para la mejor redistrubición de sus ganancias entre los verdaderos líderes del mercado agropecuario, esto es, los grandes laboratorios y el mercado de agrotóxicos. El mercado rural de la actual era se encadena en esta misma transición monopólica y se adapta a la catástrofe que nos amenaza pues son ellos los responsables de la crisis climatológica y, a su vez, son ellos mismos los desarrolladores de políticas agropecuarias (no que superen) sino que se adapten a la actual situación.

Martín Guzmán había asumido junto a Alberto y Cristina Fernández como un fiel conocedor de este esquema de endeudamiento – inversión – ataque a la fuerza de trabajo. Fueron los remolinos de su propia política en el marco de la guerra los que se lo llevaron puesto y colocaron a Massa como el nuevo agente. La asunción de Massa ha representado la sumisión final del gobierno argentino a la política de la OTAN generando un sistema general de transferencias de recursos nacionales al Fondo Monetario y a las empresas yankees que explotan Vaca Muerta. Enargas, una de ellas, acaba de anunciar que para el 2023 pretende poner sus tarifas “al día” en relación a la inflación aclarando que se encuentran un 148% por debajo. El espiral de la inflación es un remolino que inicia desde el Ministerio de Economía y la Casa Rosada. La política de Massa y el FMI es establecer salarios donde la canasta básica se ordene de acuerdo a la producción que pretenden las energéticas y las alimenticias internacionales, es decir, una caída abismal del poder adquisitivo centrado en necesidades básicas moldeadas al ritmo de la guerra internacional. Es más que una reforma laboral, es una nueva forma de pensar la explotación capitalista, el salario y la ganancia adaptada a los movimientos del capital internacional.

Otro dato destacado de diciembre viene del informe anual de la tasa de natalidad en China que se anuncia como cayendo en picada desde el 2020. De sostener estos números (10 millones de nacimientos anuales) el 2023 sería el primer año del último siglo de descenso de la población china. En el mismo mes Xi Xiping informó su avance en la reapertura generalizada de la industria (en una gran parte de capitales yankees). La combinación de la crisis social, climática y epidemiológica explica la denominada aceleración de las transacciones bancarias. Son hoy booms en Estados Unidos bonos emitidos con tasas de interés a un día. En Buenos Aires brillan las denominadas cauciones bursátiles que funcionan como plazos fijos que se actualizan cada siete días. Ni el propio capital financiero puede demostrar condiciones de mayor extensión temporal por riesgo a “un inminente evento crediticio” (El Cronista, 29/12/2022). Es el dislate financiero el que crea los dislates políticos, ascensos, renuncias, sorpresas electorales y golpes de estado. En la editorial del mismo Cronista se informa que una encuestadora de relevancia coloca a Messi con un 47% de intención de voto a presidente en 2023, lo cual debe interpretarse más como una crisis de poder político que como una candidatura del diez.

Por ahora, sin embargo, los vaivenes políticos del país se juegan por arriba. De hecho, más arriba que nunca. La secretaria de defensa de USA convocó desde el pentágono a la secretaría de comunicaciones de nuestro país a prohibir el ingreso de HUAWEI a la Argentina como proveedor de 5G, a lo cual todavía no hubo respuesta. Los movimientos bélicos mueven hoy por hoy todo el tablero político de la Argentina. La izquierda, en general, va a la rastra de la guerra y de sus movimientos mediáticos, lo cual ubica a los festejos del mundial como una novedad política, un refresco de la vida política de la Argentina que ingresa a un 2023 más huelguístico que electoral.

Maximiliano Laplagne